Temple, óleo, acrílico, resina craquelada y patinada Contenidos en Papel reciclado (60 cm. x 80 cm.)      

   En la búsqueda constante de conciliar mis raíces europeas con el renacer de aquellos aquí y los de aquí en esta tierra americana, en plena creación de mi mágico mundo de duendes, después de calentar mi piel bajo el rojo sol de Talampaya, sin poder decodificar sus huellas que heredo de culturas ancestrales y antes de helar mi sangre en la colorida lugubrés de Frasassi; decidí pedirle ayuda a Leonardo y Miguel Ángel en su propia tierra.

                 No entiendo nada, ni la perpetuidad de su mundo aunque corroído por el tiempo, ni tanta asimetría edilicia en danza por mí desconocida hasta el momento; en tierra toscana no camina aún el “se usa y se tira” ni el actual “todo vale y nada vale”, ¡Todo Vale! Donde si se agrega no se quita, se incorpora. Donde si para mí no sirve el “todo tiempo pasado fue mejor” tiene cabida lo inigualable, lo irrepetible, la verdadera identificación  como lugar, la verdadera identificación con el lugar, el verdadero reconocimiento de quienes supieron transmitir con sentimientos; pocas palabras que se metieron en mi mundo metafísico y que reniego por la mediocridad de mi anhelada plástica expresión.

                   Insisto y vuelvo, enrollado en mis gigantescos “Pergaminos”, para objetivar un poco más mis sensaciones ya que no logro incorporarlo a mis razones. Colores irreproducibles al compás de un rítmico movimiento que trato de emular lo que el tiempo craqueló, enmarcando tanto atrevimiento con intenciones de conservación y reciclaje, tal vez, sólo intentos de perpetuar mis cortos y fugaces pasos en delirante marcha transmisora.