Presentar una obra de Luis Gramet siempre es un desafío. Una sorpresa.

        Un camino sin fronteras, abierto a un cosmos más allá de la ficción.

        De su amplia trayectoria no hablaré, casi todos la conocen. De su trabajo en los días interminables y las noches demasiado breves quizás sí pocos lo saben.

        Importa acá sí decir por qué es un desafío, una sorpresa y un camino.  Las obras de arte no nacen para ser explicadas, sino sentidas.

        Y aquí estamos... frente a este San Francisco de Asís. Igual pero distinto. Con su historia, su carga y su misión.

        Representado de una nueva manera, dentro de una gran síntesis formal las vestiduras son simples, con grandes planos, algunas texturas indican como rasgaduras.  Esa idea de gota invertida en su espalda acentúa el agobio, el peso, la pobreza física y material dándolo un gran sentido de actualidad.

        Contraponen:

        Sus brazos extendidos en busca y ofrecimiento de solidaridad, compasión, amor...

        Las manos finas y largas, en expresión de DAR, en procura del encuentro.

        La mirada: con la vista puesta en el cielo, conectándose con Dios como su instrumento como él mismo lo dijera. Tratando de lograr la Paz, el Equilibrio, la Vida... 

        La unidad en la escultura está dada por su forma piramidal, que simboliza la unión del cielo con la tierra.

        La sorpresa la tenemos siempre a través de las técnicas que CREA Luis Gramet. En é! nunca una obra será igual a otra.  Siempre tienen un toque, un "ingrediente" que no sale de ningún libro; sino que salen de las cortas noches de investigaciones interminables y de su profunda capacidad para crear.

        Y así es que presenta no una imagen sino tres, de un San Francisco en arena compactada, otro en cemento, otro en yeso...

        De esta manera nos abre camino. Tal vez para decirnos que siempre hay algo más, que el cielo no está tan lejos, ni los sueños tan imposibles mientras tengamos la capacidad de darles formas y generen Vida.

        Gracias Luis por permitir expresarme a través de tu obra.

 Escultora MARTHA BERSANO

 Córdoba, agosto de 1997