Pinturas - De la serie: "Homenaje a la Danza"





Otra vez las manos del artista esgrimen la danza. Otra vez la música del azar en la languidez del movimiento. Otra vez el imprevisto.
LUIS GRAMET consigue lo que muy pocos: “el estilo”. Ese sello único, propio, inconfundible, que hace de toda su obra, un derroche de identidad.
Nos sorprende ahora la conjunción de la pintura y la escultura en un arte figurativo sintetizado. Me atrevería, sin permiso del autor y muy
osadamente, a nombrarlo como “PINTOESCULTURA”.
“HOMENAJE A LA DANZA”, llamó a esta nueva serie. Mientras tanto, los bailarines de material sintético, flamean sus colores, salpican sus iridiscencias, trepan la trama, descuelgan telones, sacuden escenarios y luego... danzan. Danzan sobre el límite del alma de quien se atreva a mirarlos.
Con la simpleza de la palabra cotidiana, pretende la descripción de su técnica.
¿Cómo imaginar sus dedos dando ritmo a la forma, articulando las ideas, armonizando el equilibrio, pincelando el color?.
Contrastan, la rusticidad del alambre y la delicadeza de la figura, los espacios de aire y las sombras.
Solo un artista que sabe transitar por el ANTICONVENCIONALISMO, puede lograr, comulgando las técnicas, el difícil efecto de la TRIDIMENSIONALIDAD. Convierte su creación, entonces, en un ARTE VIRTUAL.
LUIS GRAMET supo jugar, una vez más, con las sensaciones. Nos atonta, nos despierta, nos paraliza, nos sacude. Amasa nuestro espíritu como a su propia OBRA, y sonríe a veces, con la mirada fija en la búsqueda, vaya uno a saber, de qué nuevo sueño.
GRACIELA YARACCI
Noviembre de 1997








